No sé no porque estoy aquí. Yo vivía en el Centenillo (un pueblo de Jaén) y estaba en nuestro colegio de Linares.
Haciendo Ejercicios espirituales con M. Caridad y M. Fernanda el cura habló del joven que no siguió a Jesús, que miró atrás y eso me marcó.
Yo sentía que el Señor me llamaba porque no encontraba un sitio que me diera paz como cuando hacía visita al Santísimo en los pueblos. Hablé con un cura que me dijo que era vocación.
Mis padres no querían que me fuera al noviciado, me dijo mi padre “si apruebas te vas”, no aprobé y me fui. Tenía entonces 17 años.
Un día en el juniorado M. Pacis, tocó la campana en el comedor diciendo “Hna maravillas se va a Japón y la que iba con ella no va, la que tenga inquietud para ir a las misiones que ponga un papelito en el correo de M.Estíbaliz”. Muchas salieron corriendo a poner los papeles. Yo no puse papel ninguno. En el recreo M. S. Alejandro me dijo “paisana ¿has puesto el papel?” “yo no porque no siento una vocación especial para ir al Japón”. M. Estíbaliz se enfadó y dijo que M. Pacis había dicho que pusiéramos el papel definiéndonos: yo puse que no tenía vocación especial pero que si me querían mandar yo me iba. Me llevaron a M. Anunciata “esta es la que se va a Japón” (tenía 22 recién cumplidos, un año de juniora).
En España no dejé nada (iba a empezar a estudiar cuando me dieron el destino).
M. Anunciata dijo “si es pequeña ya crecerá”. Cuando lo dije en mi casa la reacción de mi padre fue “muy mal tiene que estar la congregación cuando te mandan a ti”. Toda mi familia fue a Linares a la toma del crucifijo de misionera. Me despedí de ellos y me dijo mi padre “no decepciones nunca a Dios ni a la Congregación que ponen esta responsabilidad en ti” y aquí llevo 52 años y feliz.
Para leer más testimonios ADC pincha aquí.
Tweet |
Y gracias por vivirlo con sencillez, ilusión y el convencimiento de que el Señor te quiere ahí. ¡Gracias!