Testimonio ADC Bea Martín

Ser Esclava del Divino Corazón ¿por qué?

Parecerá un tópico, pero lo primero que me viene a la cabeza es decirte que: porque Dios quiso. Y a veces me digo que literalmente tuve la sensación de que Él puso mucho empeño. No es algo, esto de la vocación religiosa, que yo sintiese desde la infancia, ni siquiera como adolescente. Hubo un momento, acabando los estudios en los que se me pasó por la cabeza y reaccioné empujando la idea lo más al fondo que pude. Pero si el Señor se empeña no hay manera. Poco a poco, lo mío fue como un goteo de pequeñas certezas, de ideas pequeñitas que si no crecían, al menos se iban juntando unas con otras e iban construyendo algo dentro de mí. Y así, un día la certeza de que esto era lo que el Señor quería para mí fue algo que no me pude negar a mí misma. Intenté no verlo, no pensarlo, incluso mentirme, pero no funcionó. En mi vida hay determinadas cosas que cuando las he visto patentes, cuando de alguna manera se han hecho visibles, ya no puedo borrarlas. Siempre he querido ser una persona coherente, es algo que me enseñaron en casa desde muy pequeña, mis padres, mis hermanos, siempre le hemos dado mucho valor a las personas que eran fieles y coherentes con lo que veían. Luego, en el colegio fue algo que se reforzó. Así que cuando fui un poco mayor, y con aquella certeza construida a poquitos en mi vida, no pude hacer otra cosa, no pude negarme. Y ahora, con algo más de distancia, entiendo que a pesar de costarme eso de “ser monja”, no quise negarme a ello. Cuando entiendes que por ahí va tu vocación, que es lo que llenará tu vida de sentido, negarse a lo que el Señor quiere se vuelve una tontería.

Pero mi proceso fue lento, todavía siento que es una vocación en construcción. De alguna manera tener certeza en un momento no te quita las dificultades del camino, ni las ganas de no complicarte la vida o las dudas que asaltan. Pero Dios hace las cosas bien, como se suele decir: “no te pide nada que no te haya dado antes”

Yo siento que en mi proceso, en mi caminar haciéndome Esclava del Divino Corazón ha sido algo muy importante el acompañamiento. En el Colegio ya estaba presente, las religiosas siempre han ido estando ahí, cercanas, con miradas cariñosas. Luego, una vez decidida, religiosas que me acompañaron y confrontaron, o mejor dicho, que me acompañan y confrontan.

Algunas veces me he preguntado por qué en esta Congregación, por qué no en otra. Creo que son cosas que hace Dios. Yo a pesar de llevar toda la vida en un colegio de las Esclavas del Divino Corazón, sabía bastante poco de su Carisma, de lo que era más característico de ellas. Me empujó quizás la seguridad de lo conocido al principio, el hecho de que la idea de la educación no me era extraña. Pero lo definitivo no fue nada de eso, fue el momento en el que comencé el postulantado y reconocí en otras hermanas lo que yo sentía por dentro. Descubrí que para ellas era muy importante transmitir que eran queridas por el Señor de una manera personal, de tú a tú, y que era muy importante, vital, comunicar esto a los demás; “Transmitir el amor personal de Cristo”. Allí todo encajó y desde entonces, aunque ha habido dificultad y ninguna vocación creo que sea sencilla, nunca he tenido dudas de que era donde el Señor me quería. Otra cosa es que una a veces se resiste a estar donde el Señor nos quiere.

En fin, esta es mi pequeña historia de por qué soy Esclava del Divino Corazón.

Para leer más testimonios ADC pincha aquí.