Testimonio ADC Yolanda

Me piden que responda a esta pregunta: ¿por qué eres Esclava? Y, sin pensarlo mucho, me pongo a escribir estas letras…

El próximo 15 de septiembre hará 16 años que entré en la Congregación, lo hice cumplidos los 20 años con mucha ilusión y ganas de seguir al Señor y también con algunos miedos… “¿sería esta vida para mí?” “¿qué me iba a encontrar?”… éstas y otras muchas preguntas me hacía a mí misma por aquel entonces.

Para mí seguir al Señor era sinónimo de vivir la vida de una manera auténtica, de vivir desde lo que realmente es importante… y tenía la certeza de que siguiéndole a Él, confiándole mi vida y conociéndolo cada día un poco más… sacaría lo mejor de mí. Y así fue como di el paso para entrar en la Congregación.

Tengo que confesar que a veces he pensado que no sé de dónde salió la fuerza, en aquel momento, para dejar mi casa, mis estudios… ya que estaba muy unida a mis padres, a mi hermano y estudiaba Veterinaria, una carrera que me encantaba y que desde muy pequeña había querido… estaba ya en el segundo año y, sin embargo, algo o Alguien empujaba dentro de mí para dar el paso…

Después de estos años vividos, tengo que decir que no me arrepiento, sino todo lo contrario…  me alegro de ser Esclava y siento que esta vida me hace feliz… y no porque tenga muchas cosas… tampoco porque lo que hago me salga o no bien… es otra cosa… es la felicidad de experimentar un amor profundo, que vive dentro de mí, que me ilusiona y me invita a vivir cada día con ilusión… un amor que me recuerda cada día qué es lo que merece la pena, que me hace ver que la vida es bonita cuando la das, no cuando la retienes… que la vida es más plena cuando los miedos o las dificultades no ganan la partida y sí lo hace la confianza en el Señor.

Creer e ir conociendo cada día un poquito más al Señor es mi suerte, es ese tesoro del que habla el Evangelio… y Él me habla de amar en lo concreto, de salir de mí, de arriesgar. Esto es lo que me encanta del Señor… Él me recuerda que la vida se me ha dado para vivirla de verdad, no para guardarla… y donde descubro que esto se hace realidad es siguiéndole a Él y perteneciéndole por entero… sin reservarle nada sino dándole todo lo que soy… cada día… esto me ilusiona, me da sentido, hace bonita mi vida… por eso soy Esclava.

Esto no quiere decir que tenga todo claro, ni que no tenga dificultades… claro que las vivo, eso forma parte de la vida y claro que hay momentos en que me ha costado ver la presencia del Señor y han sido más difíciles.

Al mismo tiempo que percibo el amor y la llamada del Señor, también experimento mi propia cerrazón, mi propia sordera, mis propios límites y resistencias… y, en medio de todo eso, lo que descubro que me da luz, esperanza, alegría… es confiar de nuevo en Él, mirarlo a Él y dejarme conducir por Él… por eso soy Esclava, porque al final, lo que descubro que me hace feliz es dejar que Jesús sea quien me guíe, quien me llame por mi nombre cada mañana,  quien me enseñe a mirar a las personas y a la realidad como Él lo hace, a querer como Él… y esto me encanta y nunca deja de sorprenderme… Él me abre cada día el camino y  pone en mí el deseo de recorrerlo con Él, desde Él… como Esclava del Divino Corazón.

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