Descubrí que Dios me llamaba a través de personas y acontecimientos muy concretos.

El desconocimiento y la curiosidad también han tenido parte en esto. No me eduqué en colegio religioso, nunca tuve contacto con monjas, por tanto no tenía idea de la vida Religiosa.

Descubrí que Dios me llamaba a través de personas y acontecimientos muy concretos.

El desconocimiento y la curiosidad también han tenido parte en esto. No me eduqué en colegio religioso, nunca tuve contacto con monjas, por tanto no tenía idea de la vida Religiosa.

Tenía 17 años y no había hecho la primera Comunión, me gustaba ir a Misa con alguien de mi familia o con mis amigos, pero no podía comulgar (mi madre que  era una de las  catequistas del pueblo había fallecido cuando yo tenía menos de 2 años).

Un día, al final de la Misa, La Hermana María Alonso, Esclava del Divino Corazón, que llevaba muy poco tiempo en el pueblo, dio un aviso para los jóvenes que tenían más de 15 años y no habían hecho su Primera Comunión.

En ese mismo momento me acerqué junto con unos amigos y nos inscribimos para la Catequesis que daría la misma Hermana dos veces en la semana.

No había pasado una semana de esto cuando mi papá me envío a casa de mi tío a llevar una herramienta que había prestado. Al conversar brevemente con él y con la esposa, le comenté que había comenzado a ir a la Catequesis. Se alegraron mucho y mi tío me hizo este comentario: “La verdad es que la Hermana está haciendo tantas cosas lindas por el pueblo. No hay rincón que no conozca y si se le pide que vaya a visitar a un enfermo o algún caso difícil, siempre va” ¿A vos, no te gustaría ser como ella?

La pregunta me sorprendió pero enseguida le respondí: “No sé si yo sería capaz, además no tengo idea de esas cosas, ni sé por dónde empezar”.

Muy sencillo. Le preguntaremos a ella, me dijo. Está bien, le dije, pero no pensé que todo sería tan rápido.

Al día siguiente, estaba en mi casa con mi papá y mis hermanos trabajando. De pronto veo llegar a la Hermana María muy sonriente diciéndome: “Me alegro de conocer tu casa”. Comenzamos una conversación que terminó en vernos nuevamente para acelerar el curso de Catequesis, ya tenía encuentro con la Hermana 3 veces en la semana. Así descubrí que Dios me llamaba de esa manera y que quería algo de mí. Mi formación religiosa era muy escasa y no tenía tanta seguridad en lo que me estaba lanzando, pero me atraía porque era algo diferente, en ese momento no pude darle nombre, poco a poco fui viendo que Dios me había dado también la gracia y la fuerza para responderle simplemente con un SÍ.
Esto ocurrió en el mes de julio de 1981. El 20 de marzo de 1982 comulgué por primera vez y 6 días después salí de mi casa, para iniciar mis primeros pasos de Esclava del Divino Corazón.

Hoy agradezco a Dios mi vocación y agradezco también las personas, los acontecimientos y todos los detalles que El tomó como instrumento para que yo supiera que Él me quería Esclava y muy feliz.

Máxima Osorio Sosa