ORACIÓN DEL LEPROSO
(Mt 8, 1 – 4)
1.- Hacemos silencio exterior e interior. Nos ponemos cómodos…, nos relajamos…, nos concentramos en la respiración…, con la inspiración el Espíritu del Señor me invade… con la espiración salen los ruidos, los nervios, las negatividades… Inspiro y espiro a mi ritmo, sin forzar, pero observando cómo entra y cómo sale el aire…
Estoy en presencia del Señor que me quiere, me acoge, me escucha, me habla
2.- Le pedimos que nos abramos a su presencia Viva dentro de nosotros, Viva en la Eucaristía (en el Sagrario), Viva en la Palabra que nos va a dirigir.
3.- Lectura del texto
“Cuando bajó el monte, le fue siguiendo una gran muchedumbre. En esto, un leproso se le acerca y se postra ante él, diciendo: “Señor, si quieres puedes limpiarme”. El extendió la mano, le tocó y dijo: “Quiero, queda limpio”. Y al instante quedó limpio de su lepra. Le dice Jesús entonces: “Mira, no se lo digas a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio”
4.- ¿Qué dice este texto? (Lectura honda: personas, circunstancias, actitudes...) ¿Qué me dice a mí, personalmente? (Meditación)
Intentamos meternos en la escena, nos imaginamos Jerusalén con un paisaje semejante al nuestro de Andalucía.
Contempla a Jesús bajando del monte donde predicó las bienaventuranzas. Baja ágil, contento, con ánimo de seguir enseñando el mensaje de salvación… Junto a Él se agolpa la gente para escucharle. Todos ansiosos de escuchar su Palabra.
Y en esto, se le acerca un leproso y le dice: “Señor, si quieres puedes limpiarme”…
Detente junto a Jesús y el leproso… Mira sus rostros. Observa cómo Jesús mira al leproso, con qué compasión y ternura… y cómo el leproso mira a Jesús llenos de fe y confianza… ¡Cuánto le costó al leproso llegar hasta Jesús!, a los leprosos que no les estaba permitido juntarse con la gente... Pero él, movido por la fe en Jesús, vence los obstáculos y se acerca hasta él… ¡qué interés tan grande!
Yo, que estoy viendo la escena me pregunto…¿Qué hago yo para acercarme a Jesús?¿Cómo y cuándo me acerco a Él?
¿Soy libre para hacerlo o me pesa lo que puedan decir los demás?¿Me avergüenzo de Él?
¿Es realmente importante en mi vida?¿qué excusas pongo cuando se me invita a orar o al encuentro con Él?
Una vez que está el leproso junto a Jesús, exclama: “Señor, si quieres puedes limpiarme” ¡qué oración tan sencilla y tan profunda, tan humilde y tan llena de fe!... Repítesela tú también al Señor una y otra vez sin prisa… Acércate a Él con sencillez, sin exigencias… si quieres… pídele lo que necesitas con la misma confianza que has visto en el ciego, con la confianza de que Él te escucha…
Y Jesús le contesta: “quiero, queda limpio”… no podía ser de otra forma… La misericordia de Jesús se derrama sobre el leproso y le cura al momento… Escucha cómo a ti te dice lo mismo una y otra vez: “quiero queda limpio”, observa con qué cariño y ternura te mira…
Luego Jesús le dice “preséntate al sacerdote y entrega la ofrenda”… o lo que es lo mismo… acércate a la Iglesia, acércate a la Eucaristía y entrega tu ofrenda, ofrece algo en agradecimiento por su amor.
5.- Desde esto, ¿qué te digo yo ahora, Señor? (Oración)
6.- ¡Quiero identificarme contigo, Señor! ¿Qué hacer? (compromiso)
7.- Gracias:
Gracias, Señor, por tu presencia y tu cercanía en este rato de oración;y por la luz y la fuerza que me has dado.
Ayúdame a vivir según tu voluntad y sirviendo siempre a mis hermanos.
Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor.
FE DEL CENTURIÓN
(Mt 8, 5 – 13)
1.- Hacemos silencio exterior e interior. Nos ponemos cómodos…, nos relajamos…, nos concentramos en la respiración…, con la inspiración el Espíritu del Señor me invade… con la espiración salen los ruidos, los nervios, las negatividades… Inspiro y espiro a mi ritmo, sin forzar, pero observando cómo entra y cómo sale el aire…
Estoy en presencia del Señor que me quiere, me acoge, me escucha, me habla
2.- Le pedimos que nos abramos a su presencia Viva dentro de nosotros, Viva en la Eucaristía (en el Sagrario), Viva en la Palabra que nos va a dirigir.
3.- Lectura del texto
“Al entrar en Cafarnaúm, se le acercó un centurión y le rogó diciendo: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos.» Jesús le dice: «Yo iré a curarle.» Replicó el centurión: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: "Vete", y va; y a otro: "Ven", y viene; y a mi siervo: "Haz esto", y lo hace.» Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande. Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos, mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes.» Y dijo Jesús al centurión: «Anda; que te suceda como has creído.» Y en aquella hora sanó el criado.”
4.- ¿Qué dice este texto? (Lectura honda: personas, circunstancias, actitudes...) ¿Qué me dice a mí, personalmente? (Meditación)
Intentamos meternos en la escena, nos imaginamos a Jesús caminando con sus discípulos por los caminos de las afueras de la ciudad.
Contempla al Centurión. acercándose a Jesús… No es Israelita (no es del Pueblo de los escogidos, del pueblo de Dios según la cultura de los judíos). Es un jefe de la corte… Ante la enfermedad de parálisis de su criado acude a Jesús… solicita la curación de su criado… Ve a su criado sufriendo y quiere ayudarle… En su corazón reina el amor a un cercano suyo…
Jesús le dice “Yo iré y le curaré…” El centurión ante esto reacciona inmediatamente lleno de humildad y dice “Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo…” El centurión sabe cómo ven los judíos a los que no son de Israel, por eso dice “no soy digno”, a la vez es como decir “no te molestes Señor, no es necesario… basta que digas una palabra y mi criado sanará…”
Admira en el centurión su amor desinteresado para el que sufre, su humildad ante Jesús (se arriesga a ser rechazado, confía en que será acogido), su fe en el poder de Jesús…
Ahora mírate a ti mism@... ¿cómo actúas ante los demás? ¿te das cuenta de que pueden estar necesitando tu ayuda? ¿te implicas? ¿te preocupas por ellos?
¿pides al Señor con humildad y fe por sus necesidades…?
¿hay alguna persona que pueda estar necesitando en este momento tu atención?
Ponla delante del Señor, aprende del centurión pide por ella y repite varias veces “Señor no soy digno de que entres bajo mi techo, basta que digas una palabra y mi compañero, mi hermana, mi madre… (quien quiera que sea esta persona que sufre cerca tuya) quedarán sanos”…
Observa cómo Jesús ante el servicio al prójimo, ante la humildad y la fe en Él no se resiste… En seguida te dice “que suceda lo que has creído”… El que ama queda curado…
Gracias Jesús por tu bondad y tu generosidad… Aumenta mi fe en Ti… Que con humildad recurra siempre a Ti… hazme servicial y humilde…
Examina tu actuar… Pide perdón al Señor por ir a lo tuyo y no darte cuenta de quien te necesita, por tu falta de servicio, humildad, de fe…
5.- Desde esto, ¿qué te digo yo ahora, Señor? (Oración)
6.- ¡Quiero identificarme contigo, Señor! ¿Qué hacer? (compromiso)
7.- Gracias:
Gracias, Señor, por tu presencia y tu cercanía en este rato de oración; y por la luz y la fuerza que me has dado.
Gracias Jesús por tu bondad y tu generosidad. Aumenta mi fe, que con humildad recurra siempre a Ti.
Ayúdame a vivir según tu voluntad amando desinteresadamente a los demás siendo servicial con ellos.
Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor.
Oración - María Inmaculada
- Comenzamos escuchando: Madre mía (Diana Navarro)
Se nos presenta a María Inmaculada como el epílogo, como la síntesis del mundo de la santidad (…) El mundo entero a reconocido que ha sido adornada de los privilegios a los santos otorgados y que todos en Ella se han reunido en grado sumo, en tal manera que nada de los santos existe que María no posea por modo maravilloso y singular. (M. Spínola)
- Contemplamos la escena
Contempla la imagen: aparece un ángel y María. Mira los colores: blanco, rojo, dorado, azul. Fíjate que es un mosaico con teselas de diferentes tamaños.
Estamos ante un icono.
Ahora pon tu mirada en los rostros de María y del Ángel. Fíjate hacia donde miran. Los dos de perfil: María hacia abajo y el ángel a María. Los dos tienen una expresión de serenidad, paz, tranquilidad.
Estamos ante el acontecimiento más grande que podamos presenciar: Dios, por medio del ángel, anuncia a María que va a ser Madre de Dios y le pide su consentimiento. Nos encontramos con la escena de la Anunciación.
El ángel anuncia la Palabra de Dios, representada por ese pliego de papel dorado que va desde su mano a María. Se aprecia la escucha y la aceptación de parte de María. El ángel toma su ala con una mano para entrar sin hacer ruido.
Contempla la actitud de María: no se sobresalta, en su rostro hay paz y serenidad. Continúa en sus quehaceres y acepta lo que viene de Dios. Acoge la Palabra recibida de la Alto, pero no se queda con ella. Su mano tiende abierta hacia los demás. Fíjate en el ovillo. Es el germen de la Palabra. Ya Dios y su Palabra habitan en ella. Es Jesús a quien comienza a tejer, María, en su interior.
- Escuchamos la escena: Lc 1, 26-38)
- Reflexión:
“De eso, sí se trataba: del destino del mundo, pendiente, como de un hilo, de unos labios de mujer. Y en el mundo no sonaron campanas cuando ella abrió los labios. Pero, sin que nadie se enterara, “el corazón de Jesús” comenzó a latir porque una mujer dijo: “He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según Tu palabra”. Dijo “esclava” porque sabía que desde aquel momento dejaba de pertenecerse. Dijo “hágase” porque “aquello” que ocurrió en su seno solo podía entenderse como una nueva creación. No sabemos como se fue el ángel. No sabemos como quedó María. Solo sabemos que el mundo había cambiado. Fuera, no se abrieron las flores. Fuera, quienes labraban la tierra siguieron trabajando sin que siquiera un olor les anunciase que algo había ocurrido. Si en Roma el emperador hubiera consultado a su espejito mágico sobre si seguía siendo el hombre más importante del mundo, nada le habría hecho sospechar que en la otra punta del mundo la historia había girado. Solo Dios, María y un .ángel lo sabían. Dios había empezado la prodigiosa aventura de ser hombre en el seno de una mujer”.
(J. L. Martín Descalzo, vida y misterio de Jesús de Nazaret, 91)
“Hacer pues, la corte a la Inmaculada concepción de María, será andar siempre ocupados en Ella; pensando en lo que es y en lo que vale, estimándola y apreciándola en su grandeza, amándola con todo el amor que en nuestras almas quepa, y tributándole rendidos y afectuosos homenajes; será llevar a la Inmaculada concepción a todas partes… “
“Pero no basta a la esclava hacer la corte a María Inmaculada; debe llenarse del aroma de este Misterio. Cada uno de los momentos de la vida de María, como cada uno de los instantes de la vida de Jesucristo, tiene su espíritu propio. (…) el ambiente de la Concepción es un ambiente de pureza, de suavidad, de dulzura, de paz y de tranquila esperanza.”
(M. Spínola)
- Compartimos
Terminamos cantando: Magnificat
ORACIÓN CON FANTASÍAS SIMBÓLICAS. Escultura
(Sadhana un camino de oración. Tony de Mello)
1.- Hacemos silencio exterior e interior. Nos ponemos cómodos…, nos relajamos…, nos concentramos en la respiración…, con la inspiración el Espíritu del Señor me invade… con la espiración salen los ruidos, los nervios, las negatividades… Inspiro y espiro a mi ritmo, sin forzar, pero observando cómo entra y cómo sale el aire…
Estoy en presencia del Señor que me quiere, me acoge, me escucha, me habla
2.- Le pedimos que nos abramos a su presencia Viva dentro de nosotros, Viva en la Eucaristía (en el Sagrario), Viva en la Palabra que nos va a dirigir.
3.- Lectura del texto
Se ha encargado a un escultor que haga una escultura tuya. La estatua está lista y tú pasas por el taller del escultor para echarle un vistazo antes de que aparezca en público. El escultor te da la llave del lugar donde se encuentra la estatua. Puedes, de esta manera, contemplarla sin que nadie te moleste y examinara durante todo el tiempo que te apetezca.
Abres la puerta… El taller está oscuro… Alí en medio, se levanta tu escultura, cubierta con una sábana… Te acercas hasta ella y retiras la sábana…
Te retiras unos pasos y la contemplas. ¿Cuál es tu primera impresión?... ¿Te sientes satisfecho o descontento?...Observa todos los detalles de tu estatua… Su tamaño… los materiales con los que ha sido hecha… Da vueltas alrededor de ella… mírala desde diferentes ángulos… Obsérvala desde lejos, acércate y mira los detalles… Toca la estatua… observa si es suave o tosca… fría o caliente al tacto… ¿Cuál es la parte de la estatua que más te gusta?... ¿Cuál te desagrada?...
Di algo a la estatua… ¿qué te responde?... ¿Qué le dices tú a continuación?... Continúa hablando mientras la estatua o tú tengáis algo que decir…
Ahora conviértete en estatua… ¿Te apetece ser tu estatua?... ¿Qué tipo de existencia llevas como estatua?...
Imagina ahora que, mientras eres tu estatua, entra Jesús en el taller… ¿Qué ve en ti?... ¿Qué sientes mientras Él te mira?... ¿Qué te dice?... ¿Qué le respondes tú?... Continúa el diálogo mientras Jesús o tú tengáis algo que decir… Después de un rato Jesús se marcha… Ahora, vuelve a tu ser y mira de nuevo la estatua… ¿Se ha producido algún cambio en la estatua?... ¿Ha cambiado algo en ti o en tus sentimientos?...
Ahora despídete de la estatua… un minuto y después abre los ojos.
4.- Invitar a los miembros del grupo a compartir con los demás lo que han experimentado durante la fantasía.
Con frecuencia realizan descubrimientos sorprendentes acerca de sí mismo, de Dios, de su relación con él.
Las fantasías o imaginaciones, al igual que los sueños, son instrumentos útiles para aprender sobre ti mismo ya que en ellas proyectas tu verdadero ser. Por esta razón cuando compartes tus fantasías con alguien o con un grupo estás, probablemente, revelando algo más íntimo sobre ti mismo que si manifestases secretos profundos que guardas celosamente para ti solo.
Las fantasías no se limitan a proyectar lo que piensas de ti mismo. ¡De alguna manera misteriosa logran cambiarte! A veces sales de una fantasía dándote cuenta de que has cambiado… no sabes exactamente cómo ni por qué, pero el cambio se ha producido… Es posible que en las dos fantasías que te he propuesto notes que ha cambiado tu relación con Dios, que se ha profundizado, aunque seas incapaz de explicar cómo o por qué.
Si se quiere extraer toda la utilidad que encierran estas fantasías se deben repetir con mucha frecuencia.